Ramadán: sus beneficios y secretos



Acaba de terminar la primera semana del bendito mes de Ramadán, y desde Madrasa Editorial hemos querido escribir este post recordando los beneficios y secretos que encierra este gran mes. Para ello vamos a utilizar varios extractos del libro "Islam, creencias y prácticas básicas" escrito por Shayj Abdelhaqq Bewley.


La mención principal sobre el ayuno aparece en el Corán con claras instrucciones sobre el Ramadán:
"¡Creyentes! Se os ha prescrito el ayuno al igual que se les prescribió a los que os precedieron ¡Ojalá tengáis temor (de Allah)!
Por un determinado número de días, fijados para ello. 
Pero el que esté enfermo o de viaje, podrá hacerlo, en igual número, otros días.
Y los que pudiendo ayunar (no lo hagan o interrumpan su ayuno) el remedio será alimentar a unos pobres.
Pero quien haga el bien espontáneamente será mejor para él. Y que ayunéis es mejor para vosotros, si sabéis."

Hay también muchas declaraciones del Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, que hablan del ayuno y sus beneficios: "Abu Hurayra dijo que el Mensajero de Allah, a quien Allah bendiga y conceda paz, había dicho: 'Allah, Todopoderoso y Excelso, dijo: 'Todas las acciones del hijo de Adam son para sí mismo excepto el ayuno. Es Mío y Yo lo retribuyo'. El ayuno es un escudo. Cuando alguien ayuna, no debe mantener relaciones sexuales ni discutir. Si alguien le insulta o quiere pelear debe decir: 'Estoy ayunando'. Por Aquél que tiene el alma de Muhammad entre Sus manos que el aliento del que ayuna es, para Allah, más fragante que el almizcle. El que ayuna experimenta dos alegrías: se regocija cuando rompe el ayuno y cuando se encuentra con su Señor se alegra de haber ayunado'" (Al-Bujari, Muslim, an-Nasa'i).

Ibn 'Abbas dijo: "El Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, era la persona más generosa y lo era aún más en Ramadán cuando Yibril se encontraba con él. Yibril solía visitarlo cada noche de Ramadán hasta que finalizaba el mes y el profeta,  a quien Allah bendiga y conceda paz, repasaba el Corán con él. El Mensajero de Allah, a quien Allah bendiga y conceda paz, era más generoso con las cosas buenas que el mismo viento" (Al-Bujari y Muslim).

Una de las prácticas extraordinarias que se hace especialmente en el mes de Ramadán es la sunna confirmada del tarawih, las oraciones nocturnas que se hacen detrás del Imam después del Salat al-Isha. Esta es una práctica muy beneficiosa para el que la hace; sin menospreciar, por supuesto, el poder oír la recitación de grandes partes del Libro de Allah.
Ramadán tiene dos aspectos. El primero es la actividad propia del ayuno y el segundo es la naturaleza del tiempo en sí. No hay tradición espiritual que no practique el ayuno de una u otra manera. El ayuno es, en realidad, una práctica humana determinante. Cualquier otra criatura hambrienta, diferente al ser humano, cuando se le ofrece un alimento que le gusta, lo consume automáticamente. Sólo el ser humano es capaz, mediante un acto de voluntad, de abstenerse de comer en esas circunstancias. Esto lo convierte en un acto de adoración muy especial que es muy recompensado por Allah si se hace por Su causa. El ayuno conlleva muchos beneficios, sin dejar de mencionar a los, de sobra demostrados, relacionados con la medicina que corrobora que el ayuno es algo excelente para la salud corporal. No obstante, es posible que, al no comer ni beber cuando queremos, podemos romper uno de los vínculos básicos y más importantes que nos apresan en este mundo más grosero.

Nuestra conexión original con este mundo se establece cuando nos alimentamos del pecho materno; esto es algo que continúa con los patrones alimenticios que adquirimos a lo largo de la niñez y la vida adulta posterior. El resultado de romper este patrón es abrir el acceso al conocimiento directo de la infraestructura de nuestra individualidad y, más allá de esto, a la presencia del Señor que de todo nos provee.

No cabe duda de que Ramadán es un tiempo muy especial; todo musulmán lo sabe. Y de alguna manera es cualitativamente diferente a cualquier otro momento. Y es independiente de la actividad propia del ayuno. El ayuno no es lo que hace que Ramadán sea diferente, sino el que Allah haya hecho obligatorio ayunar durante este mes para que los musulmanes obtengan el máximo beneficio del carácter extraordinario que contiene este momento. Allah, ensalzado sea, ha hecho que este mes contenga un gran secreto, la Laylatu'l-Qadr- la noche que el Corán define como mejor que mil meses- y por esta razón, el Profeta,  a quien Allah bendiga y conceda paz, había elegido este mes para hacer su retiro antes del comienzo de su profecía. En esa noche es cuando tuvo lugar la gran apertura; la intersección de lo temporal y lo intemporal: comenzaba la revelación del Libro de Allah. Tal y como han señalado algunos comentaristas, mil meses es, aproximadamente, lo que dura la vida del ser humano o, dicho con otras palabras, toda la experiencia del tiempo que podemos tener. Lo que se indica con la descripción de la Laylatu'l-Qadr, es que está fuera del tiempo, en ese momento del año en el que se abre una ventana a la intemporalidad, ese momento en el que los seres humanos tienen acceso a la Presencia de Allah.

En este momento que impregna el mes entero, se abren las Puertas del Jardín y llega a este mundo un eco imperceptible de sus brisas suaves y fragantes. Y en este mes, los shaytanes que agobian a la gente aguijoneándonos y haciendo difícil que recordemos a Allah, están encadenados y nuestros corazones pueden degustar la libertad y la facilidad. Esta es la razón de que las buenas acciones tengan tan alta recompensa en el mes de Ramadán, tal y como dice el hadiz. No obstante además de las buenas noticias hay una advertencia que no se debe olvidar: Ramadán es un mes extremadamente preciado y los musulmanes no pueden permitirse desperdiciarlo en absoluto. Es importante beneficiarse al máximo, porque contiene un beneficio cuyos efectos podrán sentirse a lo largo del año que le sigue.


Le pedimos a Allah que nos haga de los que aprovechan el mes de Ramadán al máximo y que nos haga ser de los que reciben la alegría de encontrarse con Él en la otra vida habiendo ayunado. Amín.